era mortal que atravesaba todo,
gobernaba un fortín de infelicidad,
detrás de su beldad su vil arma,
que no me pudo vencer a mi.
Cuando mas derrotado parecía,
desperto mi alma,
la mano de jesucristo,
gloria eterna, me salvaba .
Y ella quedo sola y la perdone,
pero de su arma en mi alma
quedo un jirones.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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